Queridísimos: ¡que Jesús me guarde a mis hijas y a mis hijos!
La proximidad de la Semana Santa nos invita ya a intensificar la contemplación de Jesucristo en la cruz. A esto nos está ayudando litúrgicamente la Cuaresma que, como todas las dimensiones de la vida cristiana, nos va llevando a la identificación con Jesús. Me vienen a la memoria aquellas palabras que san Josemaría dirigió a un grupo de hijos suyos: «Manifestad claramente el Cristo que sois, por vuestra vida, por vuestro Amor, por vuestro espíritu de servicio, por vuestro afán de trabajo, por vuestra comprensión, por vuestro celo por las almas» (13-VI-1974). Con la ayuda de la gracia, podremos siempre crecer en un amor que no se queda en lo superficial, sino que se manifiesta también en la preocupación por los demás. El espíritu de servicio, el deseo eficaz de amar con obras a cada persona tal como es –con sus virtudes y defectos– refleja, a pesar de nuestra poquedad, el rostro del Señor.
Otra manera de manifestar a Cristo es la obediencia. En Semana Santa, contemplaremos cómo Jesús «se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz» (Flp 2,8). Os sugiero que sigáis meditando la carta sobre la obediencia que os envié el mes pasado. Como os decía, necesitamos vivir una obediencia inteligente, integrada en nuestra libertad. De este modo, no nos dejaremos arrastrar por los acontecimientos, sino que tendremos un corazón atento a lo que Dios nos quiera decir a través de las personas y de las circunstancias.
Dentro de pocos días, celebraremos la solemnidad de san José. Meditando sobre su vida, vemos que, junto con los momentos de alegría, no faltó tampoco el dolor y la duda. Al fiarse de los planes que Dios le había preparado, halló una felicidad que no dependía tanto de las cosas externas, sino de su unión con Jesús y con María. Podemos pedirle que nos enseñe a tratar mejor a Jesús y a María y tener así la fuerza y la alegría de servir a los demás.
Cuento con vuestras oraciones por mis intenciones. Entre ellas, los trabajos que estamos llevando a cabo con la Santa Sede para la adecuación de los estatutos. Hace unas semanas tuvimos una reunión en el Dicasterio del Clero, en un clima acogedor y familiar. Seguid encomendando con paz y serenidad los próximos pasos de estos trabajos.
Con todo cariño os bendice
vuestro Padre
Fernando
Roma, 15 de marzo de 2024